Día 84

Nos juramos a nosotros mismo no volvernos a enamorar. Nos decimos que el amor es lo peor que nos puede pasar, que es una pérdida de tiempo, que siempre se termina igual. Estamos seguros que con una vez nos basta para aprender, y en el fondo sabemos que nunca lo terminamos de hacer. Le hacemos un vudú a cupido pero después le andamos llorando para que no se olvide de nosotros. Y cuando tenemos a nuestro amor en frente nuestro, lo despreciamos, lo maltratamos, lo ignoramos y después le rogamos que por favor vuelva, que vamos a cambiar y que la relación va mejorar. Pero como nos dice que no, lo mandamos a pasear para evitar que nuestro orgullo se valla, y a otro cuento mariposa. Todos sabemos como sigue la historia. El: no soy yo, soy vos, no es cien por ciento cierto, como si lo es el: no sos vos, soy yo. Se sabe que tanto la culpa como la verdad es un 50-50, ya que ambos hacemos y deshacemos la misma relación. Sin embargo, no siempre tiene la culpa el otro, no siempre el otro nos quiere menos que nosotros podemos, no siempre el otro miente más o engaña más de lo que nosotros lo hacemos. El amor no es una cuestión de orgullo, ni quien tiene más razón, sino más bien un sentar cabeza y reconocer que nosotros también fallamos, y que quizás nosotros no seamos lo suficiente para el otro, en vez de que tenga que ser al revés.

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