Día 79

Recuerdo que todas las tardes me esperabas en el tapial para ir a jugar. Eras como el hermano que nunca había tenido, y supongo que por eso lo quería más de lo normal. Compartíamos todo, desde la última galletita de chocolate del paquete, hasta los secretos más profundos de nuestro ser. Por supuesto que no eran como los secretos que la gente grande podía ocultar en su armario o bajo sus almohadas, pero eran secretos a fin de cuenta. Eramos como las piezas de un rompecabezas, encajábamos uno en el otro perfectamente y viceversa, y no comprendía el porque. Nuestra amistad era irrompible. Pero las circunstancias de la vida nos hizo separar, cambiar de rumbos y empezar una nueva vida en otro lugar, a la cual no estábamos listo, aún eramos tan chicos para conocer nuevas personas, sin que este el otro cuidándonos la espalda. Todavía teníamos tanto por descubrir, tanto por contar, tantos motivos por seguir de la par. Quince años pasaron de nuestras risas alocadas, de nuestra inocente amistad que empezó con una simple coincidencia de vivir en casas continuas. Fueron quince años sin tener noticias tuyas, sin una llamada o una carta postal. Quince años preguntándome qué habrá sido de tu vida. Suponiendo e imaginando todos los logros que habrás conseguido, todas las personas que habrás conocido, todas las citas a las que habrás concurrido, todas las tristezas y penas que habrás pasado sin mi para consolarte. Pasaron quince años pensando que un día ibas a regresar. Yo te busqué, eso te lo puedo asegurar. Hoy, ahora, en este preciso momento te tengo frente a mi, con los ojos cubiertos de algo que no se que es, pero no lo puedo controlar. Brotan de mi, lágrimas, lágrimas de sal. Cuánto hace que no lloraba sin tener que lastimarme. Y este corazón no se que le pasa, parece que se me va salir del pecho. Detente por favor. Y dijiste:
- Por fin te vuelvo a ver.
Y la vida se congeló. Fueron como las palabras mágicas para que entendiera todo, para que la ficha cayera y el vaso rebalsara. Vos también me buscaste, todo este tiempo, y ahora comprendo que esa amistad tan perfecta, las piezas del rompecabezas, y el corazón a punto de estallar como una bomba atómica, eran los motivos por los que tanto te quise. Porque sin saber, sin querer, me enamore, y no hablo de recién. Digo de toda una vida enamorada sin saber, o sin querer saber. Y tuvieron que pasar quince años para que lo pudiera reconocer. Quince años para decirte:
- Por fin te vuelvo a ver.

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