Día 216

Cuéntame cuánto dolor o angustia se esconde en una lágrima si nunca lloraste, o explícame que es sentirse sólo si nunca lo estuviste. Yo siempre estaba ahí, a tu lado, para lo que necesitabas y sin embargo me ignorabas. Te ibas y te refugiabas en tus vicios, en tus placeres, en todo lo que no tuviera que ver con nosotros, en todo aquello que nos distanciaba aunque me lo negaras con tanto descaro. ¿Y qué te pedía yo? Qué te quedaras conmigo, que me ayudaras a ser fuerte, que me dejaras ayudarte a ti a ser fuerte. Pero fué desde el principio y tan evidente que no sabías amar, y tampoco sabías lo que era ser amado, pero yo sin embargo estaba. No se si para enseñarte, pero aunque intentar demostrártelo. Y me quede, cuántos reproches me dijeses en la cara, cuántos enojos yo me aguantaba, me quede. Pero esto no es una simple carta para devolverte con la misma moneda ni para demostrarte que yo puedo ser mejor que vos en ciertas cosas. No. Es justamente para que sepas que todavía estoy, lo quieras o no, te guste o no, me ames o no, yo estoy. Para quererte, para cuidarte, para sostenerte, para serte fiel, para todo. Yo estoy.

La vida, y el amor, no se tratan de ver quién es más fuerte de los dos, sino, quien ayuda a fortalecer más al otro.

Entradas populares de este blog

Dia 408