Día 347
Saber que existes, que estás, ahí, a pocos pasos, con tu perfume adictivo, impregnable y con esos incomparables lunares que me pierdo en la cuenta si intento contarlos uno por uno, que no me alcanzan los dedos y tengo que empezar de nuevo aunque resulte ser mi pasatiempo favorito, aunque sea tan estúpida por pensar que eres perfecto, todo o casi todo, pero perfecto al fin, y aún así no estás para mi, ni siquiera sabes de mi, como si miraras por sobre mi con tus ojos oscuros, profundos, navegantes de quién sabe que mares y que tan lejanos están de aquí, de ahora, y mientras tanto memorizo la silueta de tu sombra inquieta que se escapa con facilidad sin un rumbo en concreto, un poco aventurera pero ahí estas, respirando dubitativamente como si hasta eso fuera algo de otro planeta y yo sin poder hacer nada, porque es como estar sobre la montaña más alta casi a tres metros sobre el cielo sin alcanzar las nubes ni tapar el sol con la mano aunque queme sin piedad. Y para vivir así, yo no se si quiero vivir para siempre así.
...Mirame, sólo mirame.