Día 80

La miras... Una chica tan simpática, tan amigable, tan "buena gente" como diría cualquiera. Viviendo rodeada por gente, que no es más que un par de hipócritas que le clavan el puñal por la espalda cuando menos lo espera. Lo que menos ibas a pensar era que en el fondo de su corazón estaba sola, y que su único refugio era su casa, dónde podía llorar en silencio sin tener que dar explicaciones. Ella sabe que el cariño que le ofrece el mundo no le alcanza, y que no es más que un cero a la izquierda. La ves y dices que quieres ser como ella, así, tan espontánea, tan dulce, tan carismática. Pero lo que no sabes es que ella es la que quiere y necesita que aunque sea una vez alguien la tenga en cuenta, le diga que le importa, que sin ella la vida no sería la misma. Siempre la viste fuerte, siendo un pañuelo para todos, y diciendo que vale la pena seguir adelante, a pesar de que ella no puede continuar. Y lucha todos los días de su vida para seguir como si nada. Ella da consejos, no se que tan sabios son, pero los dice con una credibilidad y confianza que cualquier persona los tendría en cuanta. Y pensar que era justo ella la que nunca los había escuchado. La que cometía los errores, dos, tres y quien sabe cuantas veces más. Lo único que le da esperanzas es tener el amor de alguien, uno sólo. No necesita tres mil hombres que anden detrás suyo, sólo uno le basta, sólo uno le importa. Y el estaba ahí, abriendo sus brazos y su corazón, para alguien más.

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