Día 97
Yo no entiendo como es que puede durar un amor con la distancia a cuesta y el tiempo de por medio, sin saber cuando se volverán a ver, sin tener la certeza de volverse a ver. No comprendo como ellos, en tiempos de guerra tuvieron la esperanza de un posible reencuentro, sin saber cómo ni dónde ni cuándo. Él se iba lejos, muy lejos a cumplir su deber y servicio a su patria, y ella se quedaba con un beso pero jamás con un adiós, sino un hasta luego. Esas palabras eran las únicas que no la dejaban caer pasados los días e incluso años, y ayudaban o sobrellevar el tiempo, aprendiendo a vivir con la espera de verlo llegar otra vez. Lo importante era que volviera, sano y salvo, y con más amor que antes. Creo que ahora vendría bien un poco de esa fórmula de amor, esperanza y paciencia, aunque sea, para aprender a valorar lo que tenemos. Me imagino estando yo ahí, en la estación de trenes esperando a que llegue él después de años sin verlo, sin saber noticias suyas hasta que un telegrama me avisó su regreso. Y juraría, que desde el momento en que baje del tren y pise la plataforma de la estación, jamás dejaría que se vuelva a ir aunque me prometa un hasta luego.