Día 238
Tengo ganas de irme, hacer un viaje desesperadamente largo, o simplemente que me trague la tierra por un tiempo indeterminado. Ya no quiero saber nada con nadie, no quiero saber nada de nadie y que nadie sepa de mi, aunque mejor si, que pregunten por mi, haber si de verdad les importo un cachito. Pero como sea, quiero un boleto al fin del mundo, a los confines del planeta, a la última estación que nadie sepa ni mi nombre ni mis problemas. Empezar de cero, tener un nuevo pasaporte de identidad y dejar que cada cuál me ponga la edad que se les de la gana. Tengo ganas de no tener ganas, de romper un poco las reglas y olvidar que tengo una cuota de responsabilidades, en pocas palabras, de ser una loca suelta. Tengo ganas de desaparecer una noche, con una valijita chiquita dónde solo quepa mi corazón, mis cartas y alguna que otra pavada sin demasiada importancia. Y quizás hasta tenga la suerte de encontrar a otro perdido como yo y no tener que andar tan sola. Tengo ganas de mandar todo al carancho, y que nadie me pregunte porqué o con qué sentido lo hago, pero simplemente quiero hacerlo y punto final.
