Día 304

Mi mejor y muy querido amigo, irreemplazable e irrepetible, esos son tus mejores adjetivos din duda. No sé cuántas personas son capaces de tener fuerzas para escribir una carta como esta sin querer llorar antes de terminarla. Como todo en esta vida llega, ese momento doloroso sé que llegará, y para entonces no tendré las palabras justas que necesitas saber antes de que te vallas. Lo que para algunos es la suerte o el destino yo lo llamo Dios, y Él te trajo a mi por algún motivo. Dios me permitió que te salvara la vida una vez, y mi recompensa fue que te quedaras para siempre. Me acompañaste, increíblemente en las buenas y en las malas, siempre silencioso pero con una mirada tierna y comprensiva que me bastaba para saber que en algún punto me entendías. Desde entonces te adore, te cuide, te ame. Desde entonces te adopte en mi familia y hoy, hoy que pienso en que un día te vas a ir de mi lado, se me parte el corazón en mil pedazos. Mi único y mejor amigo, la vida no será igual sin tu presencia y yo sólo quiero que recuerdes que un día voy a pasar a buscarte donde sea que te encuentres, y estoy segura que vas a estar con tu lealtad esperándome ansioso porque te sostenga en mis brazos nuevamente.

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