Día 312

Sin dudas, somos unos expertos en postergar todas las cosas, como dirían, unos colgados. Todo va a parar al tintero, al baúl y debajo de las almohadas, desde los abrazos hasta las charlas que empiezan con un "tenemos que hablar" y así sólo empieza la extensa lista. Es que la mayoría de las veces no me escuchas porque no querés, porque no podes, porque simplemente no. Excusas, excusas, excusas. Yo quisiera tener excusas para que nos olvidemos un poco de los dos y no creerte tanto a vos. Me dejas con las palabras en la boca y la rabia sigue acumulándose en un frasquito, uno más de los tantos que guardo para la ocasión. Solías inventarme un nombre distinto por cada mañana y me pedías que lo intentemos otra vez pero yo me siento a la mitad del camino, y que por cada paso que avanzamos, retrocedemos dos. No hay coherencia en toda esta situación, ni siquiera logras llenar mi corazón. Perdón, pero ya no quiero jugar.

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