Día 315
Ayer tuve un sueño, el más loco que podría llegar a contar en toda mi existencia. Soñé que alguien tocaba el timbre de mi casa con mucha prisa, dos veces y cuando salí sólo había una nota junto a la puerta. Esa nota pedía por mi con urgencia, me llamaba con desesperación. Corrí y corrí como nunca, casi hasta quedarme sin aliento en el alma y llegué a lo que sería un parque inhabitado, abandonado, sin una sombra a la vista. El sol quemaba lentamente y el ambiente parecía un desierto, entonces busque el oasis en medio de la nada y allí estaba, un gran árbol con hojas rosadas pintadas a mano. Me acerque a el y en su piel rugosa estaba tallado mi nombre y el de alguien más casi indescifrable. Lo toque con las yemas de los dedos y mágicamente se borro. ¿Qué es esto? Recuerdo que me pregunte. Y una voz familiar respondió: ¿Será una señal? Me di vuelta torpemente y un rayo de sol cegó mis ojos. Allí desperté aturdida, nerviosa, confundida. ¿Qué clase de señal era esa? Volví a cerrar los ojos, 5 minutos más quería, deseaba, pedía, pero nada, me dejó con la intriga...