Día 328
Han pasado tantos Diciembre's que ni me lo creo, ni mis ojos lo creen aún mirando el calendario del portapapeles. Otra Navidad, otro Fin de Año y yo escapando de esta realidad por medio de los libros -al menos ahí se vive mejor- antes que esperar un milagro. Aquel Diciembre fué el fin de un bello principio, que irónico pensar que nada de lo que quisimos llegó a buen puerto. Me arriesgue porque ya estaba jugada de por vida y lo solté, lo solté por un mensaje porque no supe vencer a mi propia cobardía. Pero lo dije, te lo dije, te dije que te amaba, y eso fué todo, todo lo que quería que supieras, y nada más, no esperaba nada más. No había chances de nada y por eso lo hice sin pensar, total, ya fué. Admito, lo admito, que me quise morir, que quise dar marcha atrás y cancelar mi estúpida acción, pero lógicamente ya se había enviado. Deseaba que saliera un aviso de error pero no, la tecnología me había superado, ya no tenía arreglo y me moría por dentro de la vergüenza, y la respuesta, esa respuesta, recuerdo como me heló el corazón. Primero salte de la cama, después lo medite, pensé en un millón de respuestas posibles a la vez, y por fin largue un suspiro tras una eterna pausa. Y lo leí. Muchos dicen que cuándo conoces al amor de tu vida el mundo se paraliza y luego avanza a pasos agigantados. En mi fué al revés. Después de haberme sincerado, el mundo, mi mundo, se paralizo y desde entonces camina más lento cada día. Así que acá sigo, ahogándome en párrafos sin sentido mientras recupero fuerzas para salir a buscarte.
