Día 329

Aunque a la Chica del Blog le gusta vestirse de fiesta y se pone coqueta para cada Navidad, la Chica del Blog se siente una estúpida en este mundo incomprensible que solo sabe caminar de dos en dos baldosas sin mirar. Gente de acá y de allá, que se saluda, que se pregunta que hará el próximo lunes o con quién la pasará, y yo, la Chica del Blog, me siento como si caminara bajo una nube de lluvia mientras al resto les brillan los rayos del sol. Papeles de colores y obsequios incógnitas se pasean por mi alrededor mientras yo trato de ir en contra de ellos a pesar de armar un revuelo. Amo la Navidad, pero este año siento que no estoy apta para este ritmo tan caótico. Más que festejar, tengo ganas de hacer catarsis con un oso de peluche. Qué Papa Noel, qué los Reyes Magos, y de golpe, un chico muy apuesto entra a una tienda muy apresurado. Efectivamente, se paso toda la tarde buscando el regalo ideal para su amada y suertuda novia, y yo me lo quedo mirando con una tierna rabia por no tener alguien así a mi lado. Ya sé, ya sé, mejor sola que mal acompañada, pero de qué sirve esforzarse todo el año o ganar mucho sueldo si al final brindas contigo misma, deseándote que para el próximo año ya hallas conseguido un novio digno de presentar a la familia, y así ya se dejan de preguntar: ¿Y el novio?. Todos pensarán: ¡Pobre mina! Pero se equivocan. Al menos ésta Chica del Blog tiene un Blog al que recurrir para estas fechas.

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