Día 346
Me di cuenta que uno se pasa la vida absurdamente, buscando pretextos en vez de soluciones, lo que sea para escapar de la realidad y las obligaciones, todo viene bien a la hora de mirar para otro lado y fingir que no se sabe nada de nada con tal de no involucrarse. Qué tanto puede importar el mañana si se devalúa como el dolar, por eso nadie se preocupa ni por el qué dirán si lo que cuenta es sobrevivir en el ahora. Pero un día en el horario menos indicado, alguien se despertará sobresaltado en plena madrugada pensando en cuántas chances ha dejado de lado y cuantas veces estuvo en el anden equivocado esperando un tren que iba en sentido contrario, y se percatará que no está ni su mamá ni su papá para guiarlo hasta el Punto Inicial, porque aquí no existe como en los juegos de mesas, que uno dice cuándo quiere dejar de jugar y cuándo retomar la partida. Y mientras uno reflexiona en cosas como estás, el reloj sigue ahí detrás con su eterno "tic-tac" que no se detiene ni espera "cinco minutos más" como imaginamos que ocurre cuando queremos dormir un poco más.